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La Filatelia: Un vehículo de paz, amistad y promoción turística



                   Foto: Bohío News.


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Santo Domingo. 6 de septiembre, 2016. - Para hablar de filatelia –coleccionismo y estudio de sellos de correos por afición–, es preciso remitirnos al origen del sello, que tuvo lugar en el Reino Unido. El primer sello del mundo se emitió el 1 de mayo de 1840 y se hizo válido para uso postal cinco días después, por iniciativa del profesor Sir Rowland Hill para reformar el complejo sistema postal en el que el destinatario era quien pagaba por recibir la carta.

A esa estampilla se le llamó popularmente “Penique negro” (Black penny), debido a su color y al valor que tenía. Llevaba la efigie de la Reina Victoria y para su diseño se convocó a un concurso al que se presentaron 2.700 propuestas. Al final se decidió usar un diseño basado en un medallón con la efigie de la monarca. La primera tirada fue de 60.000 ejemplares, pero al año siguiente se emitieron 68 millones, y se calcula que en la actualidad se conserva un millón y medio. Al ser el primer sello, figura en la lista de las estampillas más icónicas, y en subastas llega a alcanzar las decenas de miles de libras, un valor que va en aumento.

La palabra filatelia proviene del francés philatélie, y surgió usando los vocablos griegos philo- “filo-“ (amigo, amante en español) y atéleia “exención de impuestos”, por ser el sello indicador de que el envío debía hacerse sin otro cobro. La creó en 1864 el francés George Herpin para sustituir al término timbromanía que se empleaba por esos años en Francia. La Real Academia Española decidió incluirla en su diccionario de la lengua en 1922.


La filatelia dominicana.

En 2015 el Instituto Postal Dominicano (INPOSDOM) conmemoró el 150 aniversario de la primera impresión de sellos dominicanos, que tuvo lugar el 18 de octubre de 1865. Se imprimieron en la imprenta de los Hnos. García y constituyen el origen de nuestro sistema postal actual. Esos primeros sellos, junto con otros emitidos entre 1865 y 1876, son los llamados “sellos clásicos” dominicanos. La Sociedad Filatélica Dominicana Inc. (SFD) nació el 18 de abril de 1955, gracias a las gestiones de dos de los más grandes filatelistas que ha tenido el país, el doctor Luis F. Thomén y el ingeniero Enrique Alfau. Hasta ahora esta es la única sociedad en el territorio nacional, y no existen clubes en la actualidad.

Según Atala Lluberes, encargada del Departamento de Filatelia del INPOSDOM, la filatelia dominicana, como sucede en muchas otras partes del mundo, ha sufrido cierta disminución debido a que con el uso de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, las cartas y la correspondencia epistolar en general ya no son de uso masivo. Sin embargo, la Sociedad Filatélica y el INPOSDOM promueven visitas a la sede para conocer la Sala Filatélica Juan Pablo Duarte, y realizan peñas y subastas filatélicas en su local de la Zona Colonial, donde cada domingo se reúnen decenas de miembros. Actualmente no se están realizando competiciones, una situación que Atala atribuye sobre todo a la falta de marcos y fondos para su consecución.

No es difícil intuir que los sellos son claros promotores del turismo dominicano. “La presentación en sus viñetas de imágenes de playas, zonas turísticas, aeropuertos, monumentos, arquitectura, reliquias, ruinas de nuestro pasado colonial, parques, museos, nuestra flora y fauna, todo refleja la estrecha relación que existe entre el sello postal y la promoción del país como destino turístico. De hecho, contamos con presencia de filatelia en diversos polos para que el turista pueda adquirir sellos dominicanos. Además, hemos destinado series completas con el nombre de Series Turísticas, que promueven las bellezas dominicanas”, puntualiza Atala.


Filatelista de pura cepa.

La filatelia es un puente para la difusión y promoción de lo mejor de las culturas de las naciones que emiten sellos postales, incluido el turismo; es un vehículo de paz, estudio y amistad. Este es el criterio de Lucía Sanz Araújo, filatelista y periodista cubana, quien ha dedicado gran parte de su vida al coleccionismo profesional y a la documentación e investigación filatélica tanto en libros como en artículos periodísticos.

Sus libros más recientes son “Angola através de sus sellos de correos” (2012) y “Pasaporte a la fantasía. La literatura infantojuvenil en los sellos de correos” (2015). En 1999, por acuerdo del XII Congreso de la Federación Filatélica Cubana, se le nombra Miembro de Honor de esa institución, para convertirse en la única periodista en ostentar tal reconocimiento. En 2011, en ocasión de celebrarse el 50 aniversario de la revista “Pionero”, la cual dirige desde 2005, se realizó por una propuesta que ella misma hizo, un sello de correos, así como una tarjeta telefónica, ambos de gran aceptación. Sus dibujos, una pareja de estudiantes de secundaria básica, proceden de dos de las historietas de la revista, que publica la Casa Editora Abril.

Su fascinación por los sellos fue como amor a primera vista. “Un día, por pura casualidad, al visitar el Ten Cent de El Vedado, en mi barrio, descubrí en las vidrieras varias emisiones de sellos de Cuba que me atrajeron como un imán. Tomé parte del dinero que tenía para merendar y así compré mi primera emisión, la cual aún conservo. Era la de flora internacional, de julio de 1965, pues adoro las plantas. Entonces yo tenía 10 años. A partir de ese momento comenzó mi amor por la filatelia, un amor, interés, estudio y una devoción que han continuado durante 51 años”, nos cuenta Lucía en exclusiva para nuestra revista.

“En la filatelia como en la vida nada humano me resulta ajeno. Uno con el tiempo va decantando sus preferencias, cambia, prefiere un tema u otro. Hoy me gustan mucho los temas de flora, medio ambiente, modas, energía, obras de arte, personajes (José Martí, Máximo Gómez, Antonio Maceo). En los últimos tres o cuatro años me he inclinado por aquellas piezas novedosas por la incorporación de nuevas tecnologías y la utilización de diversos soportes, es decir, piezas con códigos QR, realidad aumentada, con olor, sabor, texturas, tintas especiales, hologramas, confeccionadas sobre madrea, tejidos...”, añade Lucía.

Mentiría si dijera cuántos sellos, sobres de primer día, cancelaciones especiales, tarjetas, y todo tipo de material postal o filatélico posee, pues nunca los ha contado. “Más allá del número me interesa lo que cada pieza cuenta o nos incita a buscar, ahí está para mí el encanto de la filatelia”. Y no todo es adquirir o intercambiar con otros colegas, en no pocas ocasiones Lucía ha regalado piezas a quienes se inician o a amistades que se han interesado en algún sello en especial. “Diría que soy una coleccionista un tanto atípica, adoro los sellos pero no sufro si no tengo alguno en mi colección, ni lo persigo a cal y canto; de hecho, no tengo todas las piezas emitidas por Cuba, me faltan muchas de la etapa republicana. Me contento con verlas y sobre todo escribir sobre ellas, investigar sobre ellas en el Museo Postal Cubano”.

Posee en su colección sellos dominicanos, aunque no todos los que quisiera y requiere para sus trabajos. “Necesito corresponsales de ese país para poder divulgar con mayor frecuencia el acontecer dominicano en diversas publicaciones, y aprovecho la oportunidad para que si alguien se anima me colabore, por intercambio, con piezas relacionadas con Martí, Máximo Gómez y flora dominicana. He visto con gran satisfacción el incremento de la calidad de sus sellos, un ejemplo de cuánto puede hacerse cuando existe verdadera voluntad por parte de las autoridades de mejorar, divulgar y difundir al mundo la realidad y las riquezas de una nación muy cercana a Cuba y que espero poder conocer en algún momento”.

Lucía visita con asiduidad el sitio web de INPOSDOM y en varias ocasiones ha realizado consultas específicas. “Siempre me han respondido con suma amabilidad. Ojalá en alguna oportunidad, pidamos a Dios que no sea muy lejana, se hiciese una emisión conjunta entre nuestros países, entre los que existen vasos comunicantes muy estrechos y de larga data”, expresa esta entusiasta coleccionista y admiradora de República Dominicana.









Las ciencias están de fiesta por 8 prohombres



                    Foto: Periódico Hoy.



Escrito por: José Silié Ruiz.                                                                               📰 Ver artículo impreso…
Opinión / Periódico Hoy.


Santo Domingo. 21 de agosto, 2016. - En todos estos años las ciencias han abierto puertas a otros mundos. La inminencia de lo tecnológico ha mejorado la calidad de vida del hombre común. Es evidente el gran cansancio en la búsqueda de la verdad científica de una parte de la nueva juventud, el desinterés en el trabajo honrado, en el esfuerzo creativo y en lo científico. Algunos jóvenes prefieren bajar la cabeza con cinismo, plegándose a lo “fácil”. Atrás ha quedado la Moral Social de Hostos, por igual los sueños del “Padre de la Ética” en República Dominicana, don José Silié Gatón, mi progenitor, que con sus muy sabias enseñanzas en vida y en sus numerosos libros de ética y moral, está pasando junto a Hostos a ser “prehistoria social”. La razón de lo anterior es la triste realidad actual donde la prestancia de conducta, el inquebrantable esfuerzo mental, la fineza de trato, lo noble de la prosapia, lo refinado de la reflexión, la erudición, la aristocracia del pensamiento (la única que yo respeto), hoy están penosamente transfiguradas por el “bienestar simple”: el dinero fácil, el cualquierismo, el irrespeto, la vulgaridad, la mala educación, la ignorancia “docta”, los malabarismos sociales inescrupulosos, todo aquello que va por caminos muy distantes del buen vivir penosamente están primando, vergonzosamente todo lo están permeando. El inmenso regocijo de hoy es debido a la primera emisión de sellos postales dedicados a ocho prominentes científicos dominicanos, acto que reivindica todo lo anterior. Esta fue una actividad muy solemne realizada en la Academia de Ciencia de la República Dominicana (ACRD), que junto al Instituto Postal Dominicano (INPOSDOM) pusieron a circular con sus rostros un grupo de sellos en homenaje a prohombres, que han dejado a la patria un legado en cada uno de sus campos. Si hubieran vivido en la antigua Grecia hoy estarían todos morando en el Olimpo, donde solo llegaban las almas superiores, esas que han hecho verdaderos aportes a la sociedad y al progreso patrio.

Deseo en nombre de toda la familia Silié, dar las gracias a la Academia, en sus directivos Lic. Milcíades Mejía y Dr. Luis Schéker y al INPOSDOM, en la persona del doctor Modesto Guzmán su director general, por la distinción de incluir a mi padre, abogado prestante, junto a un grupo de verdaderos maestros de la ciencia nacional: don Pedro Troncoso Sánchez, reputado abogado e historiador, fundador de la Academia; Alan Loiger, ilustre botánico, descubrió la Rosa de Bayahíbe, nuestra flor nacional; Dr. Pablo Iñiguez, pionero y maestro de la gastroenterología en el país; José Luis Alemán Dupuy, filósofo y economista que hizo grandes aportes al país; Dr. Juan Manuel Taveras, considerado como uno de los padres de la neuroradiología mundial, ideólogo de CEDIMAT; Dr. Hugo Mendoza, ícono de la Pediatría, investigador a carta cabal, fundador del CENISMI y el Dr. Guarocuya Batista, destacado cardiólogo, fundador de la primera unidad de resucitación cardiovascular en el país, una de las mentes más lúcidas de la medicina dominicana y exrector de la UASD. Fui un “alumno consentido” tanto del Dr. Mendoza como del Dr. Batista, me iniciaron uno y otro en la investigación científica (mi eterno agradecimiento). Todos ellos en vida recibieron “El Laudatio Académico”, el máximo galardón que otorga la Academia a los que verdaderamente aportan para las ciencias y la nación, es decir, que a estos dos grandes los hicimos permanentes en el hermoso mural develado esa excelsa noche de homenaje al intelecto.

Si tomamos la definición de la ciencia como el conocimiento cierto de las cosas por sus principios y sus causas, entonces como figuras concomitantes estarían: la sabiduría, la habilidad, la erudición, la maestría, etc. Como vemos se desprende de lo anterior todas estas condiciones tienden a formar ese conjunto de conocimientos que constituyen el saber humano. Todos estos atributos los poseyeron estos hombres que con sus inmensos sacrificios lograron esos aportes sociales a nuestra dominicanidad. Este acto de reconocimiento en los sellos emitidos en su esencia busca que en la lontananza sirva de ejemplo a la juventud de hoy: para que los imiten en su grandeza, para que se aferren a esa unidad del bien social infinitamente solidaria, para que a esos ilustres varones ustedes jóvenes los engrandezcan de nuevo en sí, para que con su emulación les aumente a los más jóvenes el espíritu del saber y el inquirir, que reproduciendo ustedes a esas excelencias, se fortalezcan del ejemplo en sus conciencias pensantes, en su honradez, en su inteligencia superior, en su verdad, en su sencillez, en su coraje y en su equidad, pues ellos son un verdadero ¡ejemplo de vida digna!


¿Recuperar a Pedro Henríquez Ureña en el país dominicano?



                    Foto: Acento.




Escrito por: Miguel D. Mena.
Cultura / Acento.com.do

Santo Domingo. 22 de junio, 2016. - La propuesta expresada por el editorial de Acento de un gran homenaje -o ¿recuperación?- de Pedro Henríquez Ureña, se me presenta como una labor que implicaría remover los cimientos de todo nuestro aparato cultural. ¡Y dudo que en nuestro país se den las condiciones para ello!

El balance de 70 años después de su fallecimiento lo ha hecho el académico Juan Valdez en un excelente ensayo, que ojalá se pudiera traducir al español: “The iconization of Dominican Spanish in Pedro Henríquez Ureña’s linguistic texts”, publicado en Spanish in context (Amsterdam [u.a] : Benjamins. – Bd. 6.2009, 2, pp. 176-199).

El falseamiento de Henríquez Ureña lo lleva todo dominicano que puede tener una papeleta de 500 pesos. Lo puede apreciar todo visitante de la Biblioteca Nacional que lleva su nombre. Y últimamente los que utilizan la estampilla emitida por la Dirección de Correos para homenajear a la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña en su 50 aniversario. ¿Qué tienen de común el peso, la pintura y el sello?

Todo parte de la encomienda que recibiera el pintor español José María López de Mezquita (1883-1954) por parte de la Hispanic Society a principio de los años 30 de retratar al dominicano.

La reconocida institución con asiento en Nueva York le encomendó al artista español de retratar a señeras figuras de las letras hispanoamericanas. El resultado no fue tan glamuroso: un intelectual que debía refrendar su pertenencia al mundo académico portando libros, un rostro mexicanizado, sin bigote, que evitaba mirada directa y lo hacía todo como de soslayo. En síntesis: un retrato poco logrado. Curiosamente López Mezquita se acercaría luego por la entonces Ciudad Trujillo, dejando imprimir en sus lienzos las figuras de Trujillo y familiares…

En tiempos donde una imagen debía decirlo todo, en la prensa dominicana todavía se seguía reproduciendo la antigua imagen de un Pedro joven. En 1941, durante su visita a Harvard, Henríquez Ureña se encuentra con el historiador Emilio Rodríguez y juntos se toman una fotografía pronto convertida en el primer ícono. Tenemos a todo un profesor camino a clase: con su cartera, su mirada tranquila pero no necesariamente relajada, con sobretodo más propio del verano que del invierno –el que sí parecía tener su acompañante-.

Esta imagen es la que utilizará Rodríguez Demorizi como primera página de su conferencia “La dominicanidad de Pedro Henríquez Ureña”, publicada en 1947, un año después del deceso del humanista criollo. Esta será la fotografía que desde entonces se impondrá en nuestro imaginario.

En el mismo año de 1947 Fondo de Cultura de México lanza un texto póstumo suyo: “Historia de la cultura en la América hispánica”, e igualmente en su primera página, una foto de Don Pedro: como todo mundo lo conocía, sereno, tranquilo, ya en sus últimos años, con un fondo de pintura colonial.

A partir de esta foto el pintor dominicano Tuto Báez realizaría una encomienda para la Academia Dominicana de la Historia: un Pedro Henríquez Ureña negro, con menos pelo, con una bigote “nada que ver” y con una expresión casi de susto.

Otra interpretación bastante curiosa la dio Manuel de Js. Goico Castro con la portada de su “Pedro Henríquez Ureña”, publicado por la misma Biblioteca Nacional en el 1986. En una imagen realizada a partir de la célebre foto hecha por Silvina de Ocampo mientras el profesor Henríquez Ureña disfrutaba unas vacaciones en Mar del Plata. Mientras en la foto original nuestro personaje trata de esquivar los efectos de los rayos solares, en la versión de Goico Castro a Henríquez Ureña “le han sacado los ojos” literalmente.


Versiones, diversiones, ¿perversiones?

En 1984 el centenario del nacimiento del hijo de Salomé reclama su espacio filatélico. Como no puede ir solo, va naturalmente con la imagen de su madre. En ese año aparecen dos estampillas de ambos. Utilizando las técnicas puntillistas –que es algo así como hacer diploma en pirograbado o andar con un sombrero de cana por el Polígono Central-, el artista hace retratos aún más irreconocibles que los originales. Y eso, que el “original” de la imagen de Salomé Ureña es una acuarela de un pintor de Cabo Haitiano a partir de una fotografía –la única que existe-, y que parte de la misma familia Henríquez rechazaba “porque se venía muy negra”. (Pero de las versiones iconográficas de Salomé nos hemos ocupado en ocasiones anteriores…).

En 1984 igualmente se produce un concurso literario de la OEA y de la UNPHU que gana Emilio Carilla. El libro –“Pedro Henríquez Ureña: Signos de América”- se publica en Washington, y en su portada aparece la célebre fotografía que en 1942 le tomara la fotógrafa alemana Grete Stern. Pedro está definitivamente posando, con un sombrero que nunca ni antes lo habíamos visto, vestido como para salir. ¿Tendrá como referencia la autora de esta fotografía la pintura de López de Mezquita donde también aparece un sombrero, pero esa vez, en manos del escritor? Puede ser. Por otra parte, esta fotografía, junto a otra de Juan Ramón Jiménez, por cierto, se convertiría en la primera adquisición de fotografías de escritores hispanoamericanos por parte de una universidad norteamericana, la de Princeton.

Las mismas imágenes de los sellos del Instituto Postal Dominicano, veinte años después, se clonarán en las papeletas de 500 pesos, con la novedad de que la versión de la pintura de López de Mezquita se invertirá, porque si bien el hombre es más alto que la mujer, al menos a la madre se le debe conceder la principalía que es estar a la derecha del hijo.

En este 2016, el INPOSDOM celebra los 50 años de la UNPHU. Lo que podría ser una buena ocasión para demostrar talento, creatividad, se convierte en todo lo contrario: se recicla la pintura del español, y peor aún: el PHU de la imagen será todo menos PHU: los labios aquí están definitivamente chuecos, la nariz más puntiaguda que nunca y la blancura de la piel que despierta sospechas evidentes.

¡Y si escribimos sobre la estatua del Maestro en la Avenida que lleva su nombre esquina Leopoldo Navarro, en la puerta del Banco Central! ¡Y si pasamos por la joya de la corona, la pintura que adorna el pasillo principal de la Biblioteca Nacional!

Pero bueno: rompí mi promesa de no vincular más lo negativo-dominicano con la figura del maestro dominicano. Aquí se aprecian estas imágenes, tal vez para recuperar otras, pero entonces que sean creativas, reales, sin falsedades, con la claridad vital que se planteó el maestro Pedro Henríquez Ureña.

p.s. Como una curiosidad tenemos la serie de sellos del Correo de Nicaragua en 1986, donde se incluye uno dedicado a Henríquez Ureña. Se recrea la foto incluida en “Historia de la Cultura..” y tiene su dignidad: demostración de que también una foto se puede recrear y que el dibujo tiene sus encantos…


Sellos de Correos
Patrimonio filatélico dominicano



                   Foto: Periódico El Nacional.





Escrito por: José Rafael Sosa.                                                                          📰 Ver artículo impreso…
Semana / Periódico El Nacional.

Hay un solo lugar que preserva la historia de los sellos en República Dominicana, que es la Sala Filatélica del Banco Central, que recientemente celebró su vigésimo aniversario.

Santo Domingo. 3 de abril, 2016. - El primer sello postal adhesivo que circuló en el mundo fue emitido el 6 de mayo de 1840, siendo llamado el “penique negro”.

El segundo sello fue emitido en marzo de 1843 en el cantón suizo de Zurich y luego lo siguió Brasil, el 1 de julio de 1843, generando las bases de lo que sería posteriormente la Filatelia, la afición cultural por coleccionar y clasificar sellos, que resultan ser la representación de la historia nacional o regional de los países mediante la presentación de figuras de personajes ilustres, monumentos, pinturas, flora, fauna, historia postal, etc.


La filatelia refleja la cultura, la historia, la ciencia, el deporte y cuanto hace al desarrollo social y económico de un país. Actúa como instrumento pedagógico difundiendo la educación y como herramienta de soporte de investigaciones en las más variadas áreas del conocimiento.


La palabra Filatelia es creada el 15 de noviembre de 1864 .por el coleccionista francés G. Herpin a partir de los vocablos griegos: philos, que significa amante, y atelia, derivado de ateles: pagado previamente.


Todos los países conservan su patrimonio filatélico como parte de una actitud para preservar su pasado, sus personajes y acontecimientos.



En el país.

La República Dominicana atesora su pasado de sellos postales en la Sala Filatélica del Museo Numismático y Filatélico, fundada en 1996, bajo gestión del gobernador Héctor Valdez Albizu, hoy día la principal fuente patrimonial del sello dominicano.

Con motivo de 20 aniversario del Museo y en ocasión el 150 aniversario de Matías Ramón Mella, el Museo abrió una exposición temporal, con piezas postales vinculadas a la historia dominicana pasada y reciente.


Más de 500 años de historia reflejados en sellos postales, se conservan para el público y los estudiosos en las diversas salas del Museo Numismático y Filatélico, desde los que se refieren a la sociedad aborigen, el encuentro de culturas con la invasión de los españoles en estas tierras, las luchas por la independencia y a restauración, la flora, la fauna, los acontecimientos sociales, deportivos y patrióticos, todo reflejado en las diversas emisiones de sellos del país, apunta José Alcántara Almánzar, director cultural del BC.



Apoyo recibido.

La Sala Filatélica del BC ha recibido el apoyo, sobre todo en su re-estructuración de 1999, cuando contó con la asesoría del Museo Smithonian, que ayudó a mejorar la iluminación y donó dos juegos de marcos giratorios para exhibir sellos, de la Sociedad Filatelica Dominicana y en particular del conocido coleccionistas Isaac Rudman, quien aportó al Banco Central una colección de retratos de los caciques en la etapa pre-colonial.











150 años de la Primera Emisión Dominicana



                   Foto: Actualidad Filatélica.


Santo Domingo. 30 de enero, 2016. - El 18 de diciembre de 2015, el Instituto Postal Dominicano (INPOSDOM), emitió una muy bien lograda serie de cuatro sellos y una hoja recuerdo, para conmemorar los ciento cincuenta años de la primera emisión postal dominicana. Los sellos, que reproducen las cuatro primeras estampillas del país caribeño, tienen valores faciales de 30, 35, 45 y 50 pesos; la hoja, cuyo valor facial es de 150 pesos, incluye la reproducción de las primeras estampillas, junto a la cubierta con el uso más temprano conocido del sello de medio real, sobre la imagen de una imprenta. Se ordenó imprimir un total de 25.000 series y 5.000 hojas recuerdo.

Las estampillas cuyo sesquicentenario se conmemora son las primeras emitidas por la República Dominicana, pero no las primeras que se usaron en ese país. en efecto, en 1865 los dominicanos ya tenían cuatro años de utilizar el sistema de franqueo de correspondencia por medio de sellos postales.

El 18 de marzo de 1861, Pedro Santana (1801-1864), último presidente de la Primera República Dominicana, proclamó la anexión del país a España, en calidad de provincia de esta última. Como consecuencia de ésto, a partir de agosto de ese año se pusieron a la venta en la Administración General de las Reales Rentas Marítimas y Terrestres las estampillas emitidas por España para ser utilizadas en las Antillas Españolas; desde el 12 de septiembre, se estableció que el uso de esas estampillas sería obligatorio y que no se despacharía la correspondencia que no las tuviere adheridas (Óscar Ravelo, El correo en Santo Domingo, Ciudad Trujillo, Imprenta de la Opinión, 1944, tomo I, p. 116, edición facsimilar del Banco Central de la República Dominicana, Santo Domingo, 2000).

La primera parte de un estudio sobre la primera emisión de las Antillas Españolas acaba de ser publicada por el colega Yamil Kouri, en Filatelia Digital.

El gobierno español en la isla terminó el 12 de julio de 1865 con el retiro de las últimas tropas peninsulares, empujadas por una guerra de guerrillas que empezó en mayo de 1861, y mantuvo encendida la revuelta durante los cuatro años que duró la anexión a la península.


Foto: Actualidad Filatélica.

La República fue restaurada bajo la presidencia de Pedro Antonio Pimentel (1830-1874), quien fue derrocado en agosto de 1865 por José María Cabral (1816-1899); el 14 de noviembre, la Convención Nacional encargó la presidencia a Buenaventura Báez (1812-1884), quien había ejercido el cargo en dos ocasiones durante la Primera República.

En medio de esta inestabilidad se decidió mantener el sistema de franqueo por medio de sellos postales, pero para eso era necesario contar con nuevas estampillas, que reemplazaran a las españolas.

Los sellos se hicieron localmente, en tipografía, en la imprenta de los hermanos José Gabriel y Manuel de Jesús García. En realidad hubo dos emisiones, ambas con dos sellos, de medio y un real.

En la primera emisión, los sellos son de color rosa (medio real) y verde (un real). Ambas estampillas tienen el mismo diseño: el escudo dominicano al centro, flanqueado por las palabras "Medio real" a la izquierda y "CORREOS" a la derecha, todo dentro de un marco de líneas rectas.



Foto: Actualidad Filatélica.

La impresión se hizo en bloques de doce sellos (dos filas de seis) y, según afirma Kelvin J. Angulo ("Orden de impresión de los sellos 1-4 de la República Dominicana, El Filotélico, Órgano de la Sociedad Filatélica Dominicana, número 152, septiembre a octubre de 2002, p. 23), al parecer se utilizaron las mismas planchas para imprimir los dos valores, cambiando únicamente los tipos correspondiente al valor; esto porque cada estampilla tiene características de impresión propias, que son iguales tanto en el sello de medio real como en el de un real, en las mismas ubicaciones de la plancha.

Sin que se haya establecido la razón, porque sin duda no se habían agotado las estampillas, se hizo una nueva impresión, con las mismas características, pero esta vez en color verde pálido (medio real) y amarillo pálido (un real); el marco tiene líneas onduladas y no rectas.


Foto: Actualidad Filatélica.


Esta vez los bloques de impresión fueron de diez sellos pues, según se especula, dos de los clisés originales se habrían averiado, haciendo imposible utilizarlos. Según el estudio de Angulo, arriba citado, los clisés que desaparecieron eran los que estaban ubicados en las posiciones 9 y 11 en la plana de los dos primeros sellos. 

No se conoce la fecha exacta de emisión de los cuatro valores, pero en el caso de los dos primeros es probable que se los haya usado desde octubre de 1865; un anuncio en el periódico El Patriota, del 19 de ese mes, informa que las estampillas están a la venta en la Administración de Rentas.

Esto concuerda con el hecho de que el Decreto 878 que reguló el servicio postal y dispuso la emisión de sellos de medio y un real, se dictó el 20 de septiembre de 1865.

El uso más temprano que se ha reportado del sello de medio real de la primera emisión es, sin embargo, muy posterior: 27 de diciembre de 1865.


Foto: Actualidad Filatélica.


La prensa especializada de la época anunció la existencia de las nuevas estampillas recién en 1866. Le Timbre Posté reportó los dos primeros sellos en su número de febrero de ese año, y los dos restantes en el de abril.

The Stamps Collector's Magazine dio la noticia en su número de marzo de 1866 pero con un error importante, pues atribuyó las estampillas a Haití.


Foto: Actualidad Filatélica.

Los sellos de medio y un real permitían cubrir las tarifas establecidas en el ya citado Decreto de septiembre de 1865: medio real para las cartas sencillas (menos de una onza) y un real para las dobles (una onza), en la correspondencia doméstica, aumentando medio real por cada onza adicional. Las cartas para el extranjero debían pagar un real las sencillas, dos las dobles y un real más por cada onza adicional.

Es curioso el sistema de franqueo previsto por el Decreto que reguló el servicio postal, pues según él las estampillas no se utilizaban como medio de pago previo, sino que debían ser canceladas por el destinatario. Los sellos, entonces, no estaban en manos del público, sino de las oficinas postales, que los colocaban en la correspondencia una vez que quien las recibía pagaba la tarifa.

Dice el artículo 59 del Decreto 878: "No será obligatorio para nadie sacar del correo las cartas que tuviere, pero no podrán sacar una sola sino todas o ninguna. Si la persona a quien vinieren dirigidas, temiere que pueda ser un chasco que quiera dársele en una carta, la abrirá en presencia del administrador, y resultando que no es más que una burla, no pagará el porte; pero después de salir de la administración la carta, no se admitirá el reclamo".